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Los ingresos generados por el turismo, gracias a sus actividades de guías, piragüeros o cocineros, por el alojamiento que brindan a los visitantes y por la venta de objetos tradicionales, como mantas tejidas, amuletos y cestos, ha permitido a la aldea emanciparse de la agricultura de subsistencia y diversificar su economía introduciendo cultivos comerciales más rentables.

Como esta agricultura exige una menor utilización de nuevas tierras, el bosque y por ende los hábitats de las especies salvajes se preservan mejor.

Los habitantes del lugar participan cada vez más en la gestión del turismo y controlan la calidad de los servicios brindados.

Temerosos de perder una valiosa fuente de ingresos, aspiran además a que se les garantice un derecho de propiedad y de gestión sobre las tierras que rodean las aldeas. Recientemente varios líderes iban hicieron una proposición en tal sentido al gobierno de Sarawak. Desean que las tierras pertenecientes al Estado, situadas entre las aldeas y el Parque Nacional, sean reconocidas oficialmente como un santuario y que su explotación turística quede a cargo de los iban.

Todavía esperan la respuesta del gobierno.

Los orangutanes

«El orangután, un hombre que guardaba silencio por miedo a que le obligaran a trabajar

Dicho popular entre los pueblos de la selva de Borneo

Hace mucho tiempo llegaron noticias al mundo occidental de una misteriosa bestia gigante, mitad humana mitad simio, que vagaba por la selva de Borneo. Los nativos creían que tenía la facultad de hablar, pero que guardaba silencio por miedo a que le obligaran a trabajar.

El orangután, que en malayo significa “hombre de la selva”, es un ser inteligente, tímido y tierno, cuyo único enemigo, el hombre, le lleva hacia la extinción comerciando con sus crías y talando los bosques donde habitan. El orangután sólo se encuentra en las selvas de Borneo y Sumatra y hoy sobreviven menos de 25.000 en libertad.

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